El 21 de junio de 1940, cuando Francia capituló en Compiègne, Hitler había ganado la guerra. Aparte del territorio del Reich, dominaba Noruega, Polonia, Checoslovaquia, Países Bajos, Bélgica y Francia. Era aliado de Italia y tenía relaciones muy amistosas con Franco, que le debía la victoria en la guerra civil. Se aprestaba a establecer pactos o a ocupar Finlandia, Dinamarca, Rumanía, Hungría, Bulgaria, Croacia...
Además, mediante un tratado, se había repartido Polonia con Stalin, y el III Reich recibía de la URSS todo tipo de materias primas. Disponía de un territorio con enormes reservas humanas, industriales, económicas, agrícolas y mineras, que colaboraría más o menos forzadamente con el esfuerzo militar alemán.
Se ha reiterado que la «pequeña Alemania» sucumbió aplastada por el peso de la mitad de las naciones del mundo. Y eso es verdad sólo a partir de finales de 1941. Antes no. Con la forja de un poderosísimo partido y la remilitarización del país, Hitler había devuelto a Alemania su lugar perdido entre las naciones europeas.
Por tanto, ¿por qué el III Reich sufrió la más espantosa de las mortandades y destrucciones?
No hay comentarios:
Publicar un comentario