Primer Asilo Político Americano

El Doctor Francia inauguró el Derecho de Asilo Político en el Derecho Público Americano. El caso de Artigas es valorado por la propia Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que reconoce en su página web (www.acnur.org) este hecho, destacándolo como uno de los más emblemáticos en la historia del asilo político, por ello; se le reconoce al Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia como quien por primera vez lo instituyó en las Américas, al héroe uruguayo Gervasio Artigas en 1820.

Luego de esperar casi dos semanas, finalmente el Dictador Perpetuo de la República del Paraguay, Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia permite el ingreso del federalista y máximo prócer oriental, José Gervasio Artigas, el 5 de septiembre de 1820.

La historia de ambos estuvo marcada por muchas idas y vueltas, e incluso intrigas que sugirieron una conspiración para que Cavañas y Yegros se sublevaran al Dr. Francia apoyados por una posterior invasión de Artigas por Itapúa, lo que finalmente no se verificó por diversas causas. Francia por su parte conocía de estos movimientos y del pensamiento de Artigas, pues mantuvo intercambio epistolar con el mismo.

Artigas, traicionado por el caudillo entrerriano Francisco Ramírez cuando el prócer combatía contra los invasores portugueses de la Banda Oriental, ya derrotado y perseguido, el "Protector de los Pueblos Libres" se encaminó hacia el Paraguay para solicitar asilo. Al ingresar al Paraguay por Candelaria y después de vadear el Paraná por Itapúa (actual Encarnación), Artigas se dirigiría a Francia en estos términos:

"Desengañado de las defecciones e ingratitudes de que he sido víctima, le suplico siquiera un monte donde vivir. Así tendré el lauro de haber sabido elegir por mi seguro asilo la mejor y más buena parte de este Continente, la Primera República del Sur, el Paraguay".

El Dr. Francia autorizó el ingreso de los refugiados, les concedió asilo, recogió sus armas y los internó en un lugar cercano a Asunción llamado Loma Campamento. Artigas fue conducido con escolta a la capital y recluido en el Convento de La Merced, y sus acompañantes distribuidos en varios pueblos. Algunos quedaron en los yerbatales de la Candelaria, otros fueron llevados a Cambacuá (a dos leguas de Asunción).

Recordaba Francia: “he gastado literalmente centenares de pesos en socorrerlo, mantenerlo y vestirlo, habiendo venido desnudo, sin más vestuario ni equipaje que una chaqueta colorada y una alforja”. Francia ordenó elegir “las mejores tierras de los alrededores de la capital y proceder a su aparcelamiento en lotes para destinarlos a los desterrados con Artigas”.

El 25 de diciembre, Francia ordenó que “habiéndose dispuesto que D. José Artigas pase a morar en la villa de San Isidro;” en Curuguaty, a 85 leguas de Asunción, “el Tesorero de Guerra lo proveerá competentemente de los efectos que puedan ser útiles para su decente vestuario...”. Se dispuso pagarle una pensión mensual de 32 pesos (el equivalente al sueldo de un Ministro), y se le envió cada mes una onza de oro sellado, durante diez años, hasta que él mismo se mantuvo con su trabajo de agricultura y ganadería en una chacra situada a diez cuadras de la villa; cuya región era un vasto emporio de yerbatales.

En mayo de 1821 el Dr. Francia justificaría el asilo otorgado a Artigas manifestando que:

"Era un acto no sólo de humanidad, sino aún honroso para la República, el conceder asilo a un jefe desgraciado que se entregaba…”

Luego de la muerte del Dr. Francia en 1840, y una vez que Don Carlos Antonio López asumió la primera magistratura en 1842, invitó a Artigas a retornar a la capital y le asignó un solar en su quinta de Trinidad. Allí falleció el 23 de setiembre de 1850.

Varios gobiernos uruguayos enviaron comitivas para intentar convencer a Artigas de volver a Montevideo, pero éste siempre rechazó las propuestas. En su solar, donado por Eligio Ayala al Uruguay, se erige hoy la Escuela Artigas, regenteada y costeada por el Ministerio de Educación de aquel país hermano, que, en actitud de constante agradecimiento, se dedicó durante muchas décadas a formar por igual a niños y jóvenes paraguayos y uruguayos. Generaciones enteras de trinidenses se educaron allí.

FUENTES: Cartas y documentos del Archivo Mitre / "Efemérides" de Efraim Cardozo / "Crónicas" de Luis Verón / Artículo de Adrián Cattivelli, Diario ABC Color / "Lanceros Orientales" / "Uruguay Educa" / Recopilación: Eduardo Ortíz Mereles

IMAGEN: José Gervasio Artigas, Archivo Nacional de la Imagen SODRE, República Oriental del Uruguay

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